Far too good looking to do the cooking...

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Thursday, December 07, 2006

The author dedicates it to a century of fakers...


"Soy un alcohólico, soy drogadicto, soy homosexual. Soy un genio."
Truman Capote.

Truman Capote (en una brillante interpretación de Philip Seymour Hoffman) es un manipulador nato que conoce demasiado bien sus armas y sabe como usar su particularidad intelectual para atraer la atención de las personas.

Ventajista y calculador, como pocos, no duda en usar dichos artilugios con los habitantes de un pueblo y un condenado a muerte para escribir la historia que lo catapultara a la fama.

Todo ese perfil, de un hombre aparentemente sin escrúpulos, se contrasta con el de un ser humano (auto)compasivo que identifica la infancia tortuosa del asesino con la propia y llega a confundir al espectador en una sola pregunta: ¿realmente siente afecto por el asesino Perry Smith (Clifton Collins Jr.) o sólo le interesa mantenerlo vivo (y mantener una amistad con el) para obtener el final de su novela?
Se trata de un planteo sobre las ambigüedades que componen a cada ser humano y la distintas maneras en que se manifiestan. Temática que también interesaba a Capote y se ve plasmado, aunque de manera soslayada, en “A sangre fría”.
La primera de todas las ambigüedades expuestas en el film, es la que cargamos desde nuestra más temprana infancia, con esos dos adjetivos tan vulgares que, incluso, conocemos antes de que sepamos usarlos. La famosa y trillada línea entre bien y el mal que se enreda en el personaje principal, en su ambición por escribir su novela y en el creciente y especial afecto que siente por el asesino.
Pero, hacia el final, ya no es la tensión entre estos dos polos de la existencia lo que aparece, sino la resignación al margen de lo no calculable, los instintos y sentimientos más básicos que afloran sin ser llamados.

Así es como el acusado, que ya a primera vista en la película y durante todo el libro, denota más sensibilidad que su compañero finalmente resulta ser el asesino, y un escritor como Copote puede calcularlo todo menos sus propios sentimientos de compasión hacia el homicida y la crudeza de su historia. No puede evitar sufrir la angustia por la ejecución de los asesinos y la culpa por haberles mentido. Durtante el proceso anterior a la condena se ve inmerso en una larga y profunda depresión a pesar de no estar arrepentido y apenas puede disfrutar del suceso anticipado de su libro que lo consagrara como el creador de un genero.

Así, la trama le va dando paso a las ambigüedades más profundas que tienen que ver con la irracionalidad del ser humano, que lleva a personas con pasados similares a tener destinos completamente diferentes y la culpa que esto produce en la gente que de alguna manera logra torcer su camino. Una culpa a veces tan fuerte que se intenta tapar con adicciones que pueden finalmente hacer cumplir el destino que el pasado había pautado.
En una escena que casi puede resumir tanto la película como la vida misma del autor, Capote le confiesa a su amiga Harper Lee (Catherine Keener): “Siento que Perry y yo nos criamos en la misma casa solo que el salió por la puerta de atrás mientras que yo salí por la puerta de adelante”.
Desde “A sangre fría” Capote nunca pudo terminar de escribir un libro y su problema con las dogas y la bebida se intensifico hasta el día de su muerte, un 25 de agosto de 1984.
Sin embargo, ha sido un precursor del genero “no ficción” y uno de los escritores mas influyentes de la ultima década.