Far too good looking to do the cooking...

Far too good looking to do the cooking...

Thursday, December 07, 2006

The author dedicates it to a century of fakers...


"Soy un alcohólico, soy drogadicto, soy homosexual. Soy un genio."
Truman Capote.

Truman Capote (en una brillante interpretación de Philip Seymour Hoffman) es un manipulador nato que conoce demasiado bien sus armas y sabe como usar su particularidad intelectual para atraer la atención de las personas.

Ventajista y calculador, como pocos, no duda en usar dichos artilugios con los habitantes de un pueblo y un condenado a muerte para escribir la historia que lo catapultara a la fama.

Todo ese perfil, de un hombre aparentemente sin escrúpulos, se contrasta con el de un ser humano (auto)compasivo que identifica la infancia tortuosa del asesino con la propia y llega a confundir al espectador en una sola pregunta: ¿realmente siente afecto por el asesino Perry Smith (Clifton Collins Jr.) o sólo le interesa mantenerlo vivo (y mantener una amistad con el) para obtener el final de su novela?
Se trata de un planteo sobre las ambigüedades que componen a cada ser humano y la distintas maneras en que se manifiestan. Temática que también interesaba a Capote y se ve plasmado, aunque de manera soslayada, en “A sangre fría”.
La primera de todas las ambigüedades expuestas en el film, es la que cargamos desde nuestra más temprana infancia, con esos dos adjetivos tan vulgares que, incluso, conocemos antes de que sepamos usarlos. La famosa y trillada línea entre bien y el mal que se enreda en el personaje principal, en su ambición por escribir su novela y en el creciente y especial afecto que siente por el asesino.
Pero, hacia el final, ya no es la tensión entre estos dos polos de la existencia lo que aparece, sino la resignación al margen de lo no calculable, los instintos y sentimientos más básicos que afloran sin ser llamados.

Así es como el acusado, que ya a primera vista en la película y durante todo el libro, denota más sensibilidad que su compañero finalmente resulta ser el asesino, y un escritor como Copote puede calcularlo todo menos sus propios sentimientos de compasión hacia el homicida y la crudeza de su historia. No puede evitar sufrir la angustia por la ejecución de los asesinos y la culpa por haberles mentido. Durtante el proceso anterior a la condena se ve inmerso en una larga y profunda depresión a pesar de no estar arrepentido y apenas puede disfrutar del suceso anticipado de su libro que lo consagrara como el creador de un genero.

Así, la trama le va dando paso a las ambigüedades más profundas que tienen que ver con la irracionalidad del ser humano, que lleva a personas con pasados similares a tener destinos completamente diferentes y la culpa que esto produce en la gente que de alguna manera logra torcer su camino. Una culpa a veces tan fuerte que se intenta tapar con adicciones que pueden finalmente hacer cumplir el destino que el pasado había pautado.
En una escena que casi puede resumir tanto la película como la vida misma del autor, Capote le confiesa a su amiga Harper Lee (Catherine Keener): “Siento que Perry y yo nos criamos en la misma casa solo que el salió por la puerta de atrás mientras que yo salí por la puerta de adelante”.
Desde “A sangre fría” Capote nunca pudo terminar de escribir un libro y su problema con las dogas y la bebida se intensifico hasta el día de su muerte, un 25 de agosto de 1984.
Sin embargo, ha sido un precursor del genero “no ficción” y uno de los escritores mas influyentes de la ultima década.

Thursday, November 30, 2006

"Only connect..."*

“Only connect the prose and the passion”

"Howars end"- E. M Foster


Era una de esas primeras tardes de primavera de Buenos Aires. Me hallaba sentada sobre el pasto mientras una idea, de esas bastantes persistentes, rondaba en mi cabeza. Con el correr de los minutos, el sol fue cambiando de lugar y el árbol que suspendía su copa sobre mi cabeza me fue dejando a la nada simpática intemperie y amenazada por los rayos solares. Decidí que si no quería que mis escasa ideas se derritieran con el calor lo mejor sería cambiar de lugar.
Dando varios pasos hacia atrás, alejándome de la orilla del lago, mi visión se nubló hasta que la superficie y el agua se superponían. Todo comenzó a confundirse y mezclarse. La gente que pasaba corriendo, del otro lado del parque, parecía estar trotando sobre un puente. Porque se movían pero no cambiaban de lugar, no a avanzaban, entonces la situación se volvía confusa. Los que hacían abdominales sobre el césped parecían estar flotando en la superficie del agua. En un plano mucho más surrealista, visto boca a arriba desde el pasto, y subiendo mis manos como queriendo tocar las escasas nubes que había, mis brazos, por lo largos que son, se podían mezclar con las ramas de los árboles.
Entonces, me puse a pensar hasta qué punto las cosas pueden cambiar de lugar y confundirse. Y cómo es que pueden llegar a parecer una sola cosa.
Para poner un ejemplo, a veces me resulta increíble que podamos recordar los nombres de nuestros cuatro mejores amigos, diez compañeros de trabajo, compañeros de la facultad y familiares sin confundirlos. Sin asociar la voz de uno, con la cara de otro, sin mezclar los recuerdos y los enojos.
A menudo la vista y la memoria me han jugado malas pasadas. Históricamente he sido muy mala para recordar los nombres, tanto que cada vez que conozco a alguien nuevo le aclaro que en menos de un minuto voy a olvidarlo.
Los horarios y fechas tampoco son mi especialidad, he llegado a leer que tenia turno para el médico en cierto día pero confundir la hora diecisiete con el día diecisiete y por consiguiente perder el turno. Esto último, me ha hecho experta en sufrir humillaciones varias de recepcionistas y secretarias del rubro.
A veces me consuela la certeza de saber que no soy la única. Conozco mucha gente, como yo, a quienes a cada minuto les aumenta las probabilidades de olvidarse el bolso en algún destino que difícilmente recodarán luego.
Todos coincidimos en un punto: con los casos repetidos uno empieza a buscar razones en donde la razón no cabe. Echamos una mano a la (siempre útil en estos casos) teoría psicologista, y decimos que si perdimos las llaves era porque no queríamos volver o si nos olvidamos algo en un lugar es porque no nos queríamos ir.
Y por experiencia propia digo que a veces, aunque quizás por obra del azar, coincide. Por ejemplo, mis últimas vacaciones en la costa fueron tan horribles que el día que me fui, después de hacer las valijas, yo estaba segura de que no me olvidaba nada, lo cual es rarísimo en mí.
El punto aquí sería si aquel ente invisible denominado inconsciente actúa en nosotros o nosotros actuamos en función de él usándolo como excusa. Sí, pobre inconsciente, sin duda uno de los descubrimientos más provechosos de la humanidad ( y de los bolsillos de los psicólogos) y yo lo reduje a mera excusa.
Un tema aparte sería la “sugestión”. Es interesante ese control que tenemos sobre nosotros mismos como para imaginar que nos sentimos mal y que eso suceda. Entonces, no sería tan descabellado imaginar que perdemos las llaves porque alguna razón inconsciente y que eso suceda. Aunque, mi teoría se refuta en el hecho de que al imaginarlo esa razón deja de ser inconsciente y se convierte en excusa.
La hipótesis de mis padres dice que simplemente “no presto atención” y que “siempre estoy pensando en otra cosa”. Se trata de la variante más conocida de esa famosa patología popular llamada ”cabeza de novio o enamorada”. Y, aunque no están tan equivocados, ante ellos prefiero subjetivar a la memoria, antes que atribuirme una falta de atención que ponga dudas sobre mi capacidad intelectual.
Algunos psicólogos me han hablado de una falta de conexión con el mundo exterior. Y yo me inclino más hacia esa suposición. Soy parte de un todo pero a veces se me hace difícil conectarlo. Ahora que lo puedo observar, quizás sea poco como este parque. Claro, es que un parque es ese lugar que está dentro de la ciudad que es parte, y sobre todo pulmón, pero paradójicamente, no se conecta con el resto. Sería una especie de ciudadela dentro de la misma ciudad. No sólo por poseer habitantes que le son propios, sino porque sus calles empiezan y terminan dentro de sí. Se podría decir, en una analogía lingüística, que no existe una metonimia con el mundo exterior en un parque.
A riesgo de sonar una analogía demasiado extrema, podría corroborar que ciertas veces me siento un poco así como dentro y fuera al mismo tiempo, del mismo contexto.
A veces pienso que cada persona sería un mini mundo, dentro del gran mundo que habita, y se puede hacer difícil prestar atención constante a todo lo que a uno lo rodea.
Quizás no sea conexión lo que me haga falta. Tal vez baste con una simple aproximación diferente a las cosas. Algo parecido a lo que habla Georges Perec en su ensayo “¿Aproximación a que?”: “Describa su calle. Describa la otra. Compare. Haga el inventario de sus bolsillos, de su bolso Interróguese sobre el lugar de donde provienen, el uso del devenir de cada uno de los objetos que saca de ahí...”.
Observar el detalle, pero no por un simple hecho de aferrase a lo material, sino para no perder contacto con el exterior, que luego se manifiesta en las pérdidas y los olvidos cotidianos como síntomas. Intentar ver mas allá de lo que podemos ver y de lo que quieren que veamos. Indagar lo que hay por debajo de la superficie para no perdernos como si fuéramos objetos de una sociedad distraída.
Una vida diferente


“La vida descalzo” es el título de la ultima obra literaria de Alan Pauls que pertenece a la colección “In situ” de Editorial Sudamericana. En este nuevo proyecto ensayístico, Pauls propone como eje temático, un escenario poco abordado por la literatura, la playa. El texto se desenvuelve de una manera muy dinámica, mediante una composición basada en paréntesis que duran párrafos y párrafos que llegan a durar páginas. Aún a riesgo de parecer una rasgo que podría trabar la lectura, el hecho de que las anécdotas y reflexiones se escalonen de esta manera, hace la lectura bastante fluida.
En este libro el espacio es usado en función de tiempo, así como la playa, para casi todos nosotros, es un lugar que tiene determinado espacio en el tiempo, en un momento del año. A partir de una regresión constante al pasado personal del autor, se marcan momentos en su anecdotario que se entrelazan, por momentos, con imágenes sobre el tratamiento y la idealización de la playa que dictaron las películas y han mellado en el imaginario cultural colectivo.
La playa, para Pauls es, en analogía con el cine, “una pantalla en blanco”, un lugar despojado e ingenuo a la vez donde, de alguna manera, no importa lo que seamos el resto de los días del año, todos nos sentimos iguales, en las mismas condiciones de precariedad. Un lugar donde las diferencias sociales y culturales parecieran neutralizarse ante la desnudez y la desprotección de la intemperie que se hacen colectivas.
A lo largo de la lectura, también nos encontramos con los contrapuntos de la playa y sus formas de habitarlas, desde la intelectualidad y la frivolidad ( la convivencia en un mismo sitio de lectores y señoras tomando sol) hasta el hecho de poder acudir a ella como especie una de “bunker” para amantes en pleno invierno.
Pero no solo esta cargada de recuerdos e historias la lectura de “La vida descalzo”, también esta llena de ideas. Se nos ofrece una mirada casi de idealización política sobre la playa. La dinámica de la playa se presenta como ejemplo de lo que debería ser el funcionamiento social. La democracia espontánea que surge, en un lugar al que podríamos llamar anárquico, donde no existe el estado ni el mercado, y sin embargo hay respeto y tolerancia entre sus habitantes. Donde la desnudez no significa una incitación, ni una aberración sino una condición de igualdad. Así, es que en “La vida descalzo”, podría leerse un llamado a volver a esa “pantalla en blanco” de los orígenes y plantear otro tipo de orden o funcionalidad, que se traduzca en una sociedad más justa y equitativa.

Sunday, October 22, 2006

Para Bono que lo mira por TV


"Sam's town" es el segundo y esperado trabajo de la banda oriunda de Las Vegas, The killlers. El disco empieza con el tema que le da nombre, una canción bien bailable al estilo de “Hot fuss” (el trabajo anterior) marcando una despedida de este.
Después del un melancólico interludio de 50 minuntos de piano y voz, comienza el desarrollo del disco que quiebra totalmente con la canción anterior. Lo que comienza es la batalla entre el sintetizador y las guitarras que se va a extender por una hora y media sin un vencedor. Como en toda batalla, la efectividad va bajando con el agotamiento de las estrategias de ataque y, en este caso, el correr de los temas no son la escepcion.
En los primeros minutos, con canciones como “When you were young”, “Read my mind” o “For reasons unknow”, para alivio y esperanza nuestra (eternos pisteros sin más pretensiones que el baile catártico), parece que ganara el sintetizador pero cuando menos lo esperamos aparece el fantasma de The Edje que desde lo ajeno nos devuelve a la realidad.
El colmo de la épica sucede en “Why do I keep couting?” 4 minutos de coros heroicos y estridentes, que parece que duraran el doble. Después de este tema nos quedan afrontar las tres ultimas canciones en donde la energía desciende notablemente, como si la hubieran gastado toda en la balada épica anterior.
Así, quedándose a medio camino entre el sintetizador y la guitarra, entre ponerse serios y seguir divirtiéndose, se disuelve toda la frescura y la sorpresa que habían mostrado con su anterior trabajo.
Pero para los que compramos lo espejitos de colores que vende la New Musical Express, todavia hay una esperanza. Considerando la experiencia con The Stokes (a mi parecer el segundo disco fue más flojo que el primero y el tercero), podríamos darle el benéficio de la duda y una oportunidad para que nos vuelvan a sorprender dentro de un tiempo.

Saturday, October 21, 2006

Miranda!, Un fenómeno televisivo.
Este es un trabajo que hice para la facultad que constaba de consignas precisas, por lo cual, si bien no se contradice con lo que pienso, me vi obligada a adoptar una opinión mas rígida para realizarlo.

El proyecto nació en la pasada entrega de los premios “Martín Fierro”. En una breve actuación, el grupo de pop vocal-electrónico Miranda! hizo versiones de canciones de las novelas más populares en la historia de la pantalla Argentina. Conjuntamente a la idea de la presentación, surgió la idea de lanzar al mercado un EP con dichas canciones.
Los medios masivos han demostrado más entusiasmo con el lanzamiento de este EP, que con los anteriores trabajos de la banda. De alguna manera, la TV se adjudica el homenaje a las telenovelas y lo hace propio.
Las canciones ya estaban probadas por pertenecer a productos que, de alguna manera, afectaron la sensibilidad del público. El éxito era seguro y el efecto buscado preciso.
Para entender el tratamiento de los medios hacia el grupo deberíamos analizar las características de la música y la lírica del mismo del mismo.
Las letras hablan de lo que Umberto eco define como “el único tema universal”, el amor y los problemas de pareja. Este es el tópico clave de la lírica de las canciones clásicas del pop. Cuya principal cualidad es ser simples, pegadizas y adaptables a todo público.
La música marca un ritmo electrónico que esta directamente pensado para la pista baile. La danza no es monopolio de la juventud y suele ser un elemento catártico que funciona para un público universal.
A partir de la definición de estos dos elementos pasaremos a analizar el trato de la prensa para con la banda.
Al esgrimir sus acepciones sobre los hechos que envuelven a la banda y su popularidad los medios masivos se centran en dos hechos. En primer lugar en la ambigüedad sexual marcada en la estética del grupo. A partir de esto surge una especie de reivindicación de esa ambigüedad como algo distintivo. Algo que antes era marginado y ahora se convierte en “glamoroso” y se hace redituable.
En segundo lugar, sorprende el acercamiento que tiene el grupo a los niños. Esta sorpresa viene del contraste con el punto anterior. Aunque es bastante probable que los niños no recaten en este punto, sino, que se sientan atraídos por la teatralidad de la banda. Sus vestuarios, por ejemplo, son ropas brillantes, coloridas y en géneros sintéticos, muy emparentados con lo “fantástico”. Además las letras simples, novelescas y sentimentales combinan con ese desvergüenza característica de la infancia para con estos temas.
Estos son los elementos que hacen de Miranda! Un grupo rentable para los medios por su capacidad de abarcar diferentes tipos de audiencia. Como resultado, este grupo, supuestamente nacido como “under”, se ha convertido, en sólo cuatro años, en un grupo básicamente televisivo.


El uso del kitsch como estrategia de marketing.


Ale Sergi (vocalista de la banda) confesó minutos después de la entrevista que desde el primer ensayo había sido su sueño visitar el programa de Susana Jiménez..
No casualmente, la presentación en dicho programa, fue uno de los hechos que definieron el camino hacia la consagración mediática para el grupo pop, Miranda!.
La mayoría de sus integrantes venían de hacer distintas performances artísticas dentro de los circuitos “independientes” de la Capital Federal. Por eso, es que en sus comienzo fueron definidos como un grupo “under” y el publico de sus primeros show se identificaba con dicha postura. Comenzaron tocando en sótanos, para pocas personas y a mediada que su popularidad fue acrecentando, empezaron a tocar en discotecas y festivales, hasta que llenaron su primer teatro.
Si analizamos un poco la historia del grupo podemos ver que el kitsch siempre fue un elemento esencial de su formación.
Generalmente, se define con la palabra “kitsch” todo aquello que se supone de mal gusto. Pero, si tomamos la acepción adjudicada por Umberto Eco en “Apocalípticos e integrados” el tema se vuelve mucho más complejo. Para dicho autor, el kitsch tiene varias definiciones complementarias. En primer lugar, se puede hablar de algo que se produce en función de causar determinado efecto en el receptor. Es un rasgo típico que encontramos, por ejemplo, en el melodrama de las telenovelas. Otra característica fundamental, es el uso de estilemas incompatibles entre si en una misma obra. O también, la colocación de un estilema ajeno al contexto insertado, ya sea de manera imperceptible o evidente.
Tomando el caso de Miranda!, Podemos ver claramente el uso de estilos musicales aparentemente incompatibles (como lo son: la canción melodramática de pimpinela, los arreglos vocales de Prince y la música electrónica) amalgamados en un solo concepto musical que es vendido al publico como algo de vanguardistico. En el hecho de que esta obra sea autodefinida como arte (la vanguardia pertenece al arte) vemos otra de las cualidades del kitsch.
En este punto las criticas son divididas. Están los que piensan que se hace pasar este concepto como original y artístico cuando en realidad es puro kitsch. Y otros sugieren que Miranda! Rescata al kitsch para convertirlo en arte, como en su momento lo hizo el movimiento “Pop art”.
Es difícil llegar a una resolución entre estas dos posturas, en el caso de un fenómeno que presenta tanto característica mercantilizadas, como de autogestión.
Por su parte, el grupo lejos de negar sus aspectos kitsch los lleva con cierto orgullo. A fines del año pasado, en una nota publicada en el diario Clarín, Ale Sergi describió el estilo del grupo como una mezcla de sus gustos referidos a diferentes épocas: ”copiamos pedacitos y los combinamos, así cuando alguien lo escucha no remite a una sola cosa”. En esta respuesta se puede ver el tono de “rescate” que la banda desea plantear desde su música y su estética. Se entiende que la banda no acepta el titulo de “vanguardia” que el mercado le ha conferido. Si bien, no reniega del mismo, reivindica mediante sus declaraciones todo lo contrario.
Los medios recibieron el fenómeno Miranda! Con la aceptación que todo producto mercantilizado les confiere. Un grupo que ha vendido 40.000 discos en el peor momento de la industria discográfica es un atrayente infalible de audiencias, tanto televisiva como radiofónica. Y como es sabido, en estos últimos años, la TV en especial se ha dedicado más a tratar de aumentar el numero de audiencia que la calidad que los productos artísticos. En la esfera artística en general ha surgido una suerte de transferencia de la importancia de la producción a la venta.
Al llegar a este lugar se nos hace imposible obviar el hecho de la crisis por la que atraviesa la industria discográfica. Desde el Reallity show “Pop Stars” y el suceso de “Bandana” como las estrellas de pop adolescente local, que esta la industria no contaba con tal apoyo de los medios para la difusión de un artista. Aún, antes de la crisis del 2001, las compañías sufrían las consecuencias del vaciamiento del mercado por las copias ilegales y la descarga gratuita de música a través de Internet. El hecho de la aparición de estrellas instantáneas fabricadas en vivo por TV fue una consecuencia de un mercado musical demandante de nuevos productos que fueran más comerciales que artísticos.
Si miramos desde la óptica de la escuela de Frankfurt (principal y primera articuladora de conceptos neomarxistas), estos productos podrían ser vendidos por su valor de cambio, más que por su valor de uso. Estarían dirigidos a una demanda de consumidores fetichistas que avalan lo establecido, lo que esta bien escuchar, por el simple hecho de que todos lo escuchan. La unificación del gusto popular es la principal herramienta con la que cuenta la industria cultural para la venta. Esta unificación generada gracias un mercado de consumo que se mantiene en parte por la publicidad y la extrema difusión de ciertos artistas por sobre otros, que son quizás mas “talentosos” pero menos rentables.
Llegamos a la conclusión de que el hecho de que Miranda! sea el grupo más popular del momento es producto del agotamiento de las estrategias de marketing de las discográficas.
Miranda! No es lo que se llama vulgarmente un grupo “prefabricado”. Que sus integrantes lo hayan armado de manera independiente y que el vocalista sea compositor de todas las canciones son prueba de ello. Cuando los medios pusieron su ojo en ellos ya tenían un disco editado y cierta popularidad entre los jóvenes. Un grupo ya armado y medianamente acomodado en la escena representa menos riesgo para un lanzamiento al publico masivo.
Desde cierta óptica, no esta mal que existan grupos de gusto popular. Incluso, Umberto Eco afirma que es necesario que haya un tipo de música de distracción para algunos momentos de la vida cotidiana. El problema reside en que estas canciones le quiten el lugar a la difusión de otro arte musical.
Muchas veces sucede que nos encontramos con gente que escucha determinada canción o ve determinada película porque no conoce otra opción más que la que el mercado le ofrece. Cuantas veces hemos abierto el diario en la sección de espectáculos y vemos que se le dedica una pagina entera a la vedette de turno, mientras un espectáculo teatral del “circuito off” o incluso oficial tiene una sola línea.
Un efecto relevante, dentro de esta decadencia de la difusión artística, es que con los tiempos de producción también se han acortaron los tiempos de recaudación. Con el crecimiento acelerado del mercado, el interés de la industria esta hoy, más que nunca, en los beneficios a corto plazo.
Las verdaderas obras de arte llevan tiempo en ser aceptadas por sus espectadores. Se necesita un procesamiento de ideas y pensamientos mucho mas complejo y escalonado para comprenderlas. Aunque dicha comprensión es siempre de manera parcial y subjetiva, el resultado enriquece a la persona y a la obra en cuestión, dándole un nuevo significado.
El arte es la máxima expresión de la libertad de pensamiento y creatividad del hombre. Dichas expresiones no deberían ser objetos acomodables a la “libertad de oferta y demanda del mercado”.
Una solución parcial de la cuestión seria una difusión más equitativa de los productos y las obras artísticas. Los empresarios de los medios debería resignar una parte de los beneficios a corto plazo y serían muchos más los beneficios a largo plazo para los integrantes de la sociedad.
Orden y desorden

"Anything is hard to find
when you will not open your eyes"

Algunos, no sin razón, creen que estos dos polos opuestos pueden definirnos como personas. Lo cierto es que, aunque aparenten ser enemigos entre si, juntos pueden constituir una parte esencial de nuestra individualidad.
Existen esas personas extremadamente ordenadas, para las cuales un media fuera de lugar puede representar una tragedia insoslayable. En cambio, otros alegan convivir perfectamente con su desorden. Definiéndolo como una suerte de funcionalidad.
Lo cierto es que conocer tanto el desorden propio puede hacer que perdamos menos cosas. Seguramente, alguna vez nos ha pasado que guardamos tan celosamente algo que después, de tan bien escondido que estaba, no lo hemos podido encontrar.
Orden y desorden pueden (O acaso ¿deben?) convivir en una misma persona.
Cuando pienso en esto, es imposible obviar hablar del lugar que habito la mayor parte de mi tiempo. Aquél cuarto al fondo de mi casa cuya inhospitalidad a veces me avergüenza. Se trata de mi propia habitación. En efecto, lo que hay en ella es un verdadero desorden no funcional. Buscar algo allí puede ser más frustrante que aquello de “la aguja en el pajar”. En el ríspido terreno de la mesa de mi escritorio no hay posibilidad de levantar algo, sin que algún otro desafortunado objeto sufra los efectos de la gravedad. Nunca intentes entrar a mi preciada bitácora sin mirar al suelo. Lo menos que podría pasarte es sentir el crujido de algún plástico.
Cualquiera podría imaginarse que el aspecto estético de una mujer que vive en tales condiciones debería ser, equivalentemente, desaliñado y descuidado.
Paradójicamente, mi apariencia exterior niega todo esa desprolijidad que hay en el interior de mi habitación. Cuando salgo a la calle, todo tiene que estar perfectamente combinado: los zapatos, el cinturón, la cartera. Todo armónicamente conectado. He llegado a combinar el aroma de un perfume con el color de la ropa. Y aunque algunos fantasearán con el hecho de que soy una mujer “multisentido”, se desilusionarán al entender que no es ningún método de seducción, sino mas bien puro reflejo de defensa.
A las mujeres como yo el exterior se nos presenta como imprevisible y amenazante. Preferimos el confort en el desorden oculto de nuestras habitaciones. Concurrimos al modo mas fácil de no enfrentar ese exterior que nos “desordena” actuando y luciendo de la manera más ordenada posible.
Pero claro, siempre hay algo que esta fuera de nuestro alcance. Cosas que no podemos controlar. El acercamiento de factores ajenos e invasores se hace inevitable.
Vivimos en una sociedad y no podemos desentendernos de las personas que la componen. No nos queda otra que aceptar que nuestro mundo de cartón, automático y predecible, que parece tan fuerte, lleva un sello de frágil.
No todos los humanos tenemos la habilidad de traspasar ese armazón que nos separa del mundo exterior y seguir siendo nosotros mismos. Es esa sensación de que en cada intento de socialización dejamos demasiado de nuestra personalidad atrás, lo que nos hace retroceder para no perdernos.